Está claro que la lingüística estructural basa su estudio en la relación que existe entre los elementos formadores del sistema, siendo estos elementos los que conocemos con el nombre de ‘signos lingüísticos’. Claro está, por otro lado, que es posible integrar el estudio de la semántica al estructuralismo considerando a la lengua un sistema convencional para la comunicación verbal. Ferdinard de Saussure (1972) al hablar de estructuralismo establece una distinción entre dos conceptos que se complementan entre sí, estos son: sincronía y diacronía. Define sincronía, por una parte, como el estado de una lengua en determinado momento, mientras que, por otro lado, diacronía se entiende como los cambios lingüísticos que se suceden a lo largo del tiempo. Este último término es el que Eugenio Coseriu (1977) utiliza para profundizar en los principios de la semántica estructuralista. Ahora, ¿Qué estudiamos cuando hablamos de estructuralismo semántico desde una perspectiva diacrónica? Estudiamos una ‘lengua funcional’ dentro de una ‘lengua histórica’ -entiéndase lengua histórica a lo que conocemos comúnmente como idiomas-. Por ejemplo, del español (lengua histórica) se desprende una sub-lengua popular (lengua funcional). Estas lenguas funcionales provenientes de una lengua histórica mayor, pueden ser, en ocasiones, bastante diferentes entre sí, por lo que no pueden ser consideradas en conjunto. Nos detendremos en este punto para dar un ejemplo:
El término lesear aparece en el diccionario de la lengua de la Real Academia Española con las siguientes definiciones:
1. intr. coloq. Chile. tontear ( hacer o decir tonterías).
2. intr. coloq. Chile. Realizar acciones disparatadas con el fin de entretenerse o molestar.
A pesar de ser un término recurrentemente utilizado en el ‘español popular’, y aparecer en el diccionario de la RAE, no es posible determinar su valor en el español actual en conjunto, puesto que, en el ‘español coloquial’ de algunas zonas del país el término lesear hace referencia al término follar, y en el ‘español formal’ el término lesear no es aceptado. Coseriu señala: “Las unidades funcionales deben, naturalmente, establecerse allí donde funcionan y mediante las oposiciones que funcionan” (pág. 12). Desde este punto de vista no es posible encontrar una sola unidad de lesear. Nos encontramos, entonces, con que lesear en un sistema de español significa “tontear”, mientras que en otro sistema significa “follar”, y en otro no significa nada. Por esta razón lesear no puede considerarse en dos sistemas a la vez: puede solo considerarse en uno, o bien, en el otro.
En palabras de Coseriu diríamos que: “Toda descripción estructural (así como toda historia ‘interna’) de una lengua histórica debe hacerse, en principio, para cada una de las ‘lenguas funcionales’ que en ella se distingan” (pág. 12) Esto puede hacerse de forma paralela, pero los sistemas no deben oponerse entre sí. El hecho de que lesear no se corresponda (o se corresponda) a tal o cual variedad del español, es lo que Coseriu señala con el nombre de “hecho de estructura” (pág. 13). Es esto, precisamente, de lo que se encarga el estructuralismo semántico diacrónico; de la significación de la palabra desde distintos focos concernientes a una misma lengua histórica.
Bibliografía:
Coseriu, E. (1977). "Para una semántica diacrónica estructural". Principios de Semántica Estructural. Madrid: Gredos.
Saussure, F. (1972). Curso de lingüística general. Madrid: Alianza.
El término lesear aparece en el diccionario de la lengua de la Real Academia Española con las siguientes definiciones:
1. intr. coloq. Chile. tontear ( hacer o decir tonterías).
2. intr. coloq. Chile. Realizar acciones disparatadas con el fin de entretenerse o molestar.
A pesar de ser un término recurrentemente utilizado en el ‘español popular’, y aparecer en el diccionario de la RAE, no es posible determinar su valor en el español actual en conjunto, puesto que, en el ‘español coloquial’ de algunas zonas del país el término lesear hace referencia al término follar, y en el ‘español formal’ el término lesear no es aceptado. Coseriu señala: “Las unidades funcionales deben, naturalmente, establecerse allí donde funcionan y mediante las oposiciones que funcionan” (pág. 12). Desde este punto de vista no es posible encontrar una sola unidad de lesear. Nos encontramos, entonces, con que lesear en un sistema de español significa “tontear”, mientras que en otro sistema significa “follar”, y en otro no significa nada. Por esta razón lesear no puede considerarse en dos sistemas a la vez: puede solo considerarse en uno, o bien, en el otro.
En palabras de Coseriu diríamos que: “Toda descripción estructural (así como toda historia ‘interna’) de una lengua histórica debe hacerse, en principio, para cada una de las ‘lenguas funcionales’ que en ella se distingan” (pág. 12) Esto puede hacerse de forma paralela, pero los sistemas no deben oponerse entre sí. El hecho de que lesear no se corresponda (o se corresponda) a tal o cual variedad del español, es lo que Coseriu señala con el nombre de “hecho de estructura” (pág. 13). Es esto, precisamente, de lo que se encarga el estructuralismo semántico diacrónico; de la significación de la palabra desde distintos focos concernientes a una misma lengua histórica.
Bibliografía:
Coseriu, E. (1977). "Para una semántica diacrónica estructural". Principios de Semántica Estructural. Madrid: Gredos.
Saussure, F. (1972). Curso de lingüística general. Madrid: Alianza.