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La semántica a partir del estructuralismo ![]() |
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Somos estudiantes de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Estamos en primer semestre y este es un trabajo para nuestro curso de "Introducción a la Lingüística"
Nuestro grupo lo integran:
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miércoles, 6 de mayo de 2009, 19:57
Nota importante
Para ver todas las entradas, diríjase al archivo. Letrados todos: revisemos lo aprendido
Para realizar el trabajo que aquí ven publicado decidimos como grupo seguir una línea metodológica particular, la cual correspondía en responder a cabalidad la siguiente interrogante: ¿Es posible cuestionar la semántica desde un punto de vista estructuralista? Establecidas las bases, dimos inicio al prometedor proyecto cibernético. Primero observamos las dos posibilidades existentes al momento de estudiar la semántica estructural; Greimas postulaba la necesidad de “una exploración de los universos semánticos virtuales y abiertos, considerados como posibilidades creativas del hombre”, pero también establecía la inevitable “descripción de los universos semánticos que ya existen, que ya se han realizado” que debe ser utilizada para el estudio del estructuralismo semántico. (Greimas, 1973). Para poder comprender de mejor manera los temas a tratar, continuamos con la definición de ciertos conceptos fundamentales, en cuanto a lengua se refiere, tales como sistema, valor y signo lingüístico (además de ejemplificarlos y aplicarlos a elementos “comunes”) . Mientras avanzábamos más y más con el estudio en cuestión, pudimos notar la existencia de más de una forma para analizar la semántica. Estudiamos dos. Por un lado reconocimos una semántica sincrónica, basada en el estudio de sucesos propios de la lengua, ocurridos en un momento determinado y no a través del tiempo (esto sería un estudio histórico de la lengua y, por tanto, materia de estudio de la etimología y no de la semántica). Mientras, en oposición, se señala un punto de vista diacrónico, que se refiere a un estudio de la semántica a través de sus cambios en el tiempo, siendo esta la única manera de determinar los valores de los distintos elementos en la lengua. A pesar de definir con claridad estas dos líneas de estudio, observamos en el transcurso del trabajo que estos métodos de análisis no dan cuenta de un estudio semántico propiamente estructuralista; por más que correspondan a una conceptualización estructuralista en sí, no es posible afirmar que la semántica sea parte de esta corriente, o pueda ser estudiada a partir de esta, pues propone un estudio basado en un sistema de valores puros que no se atiene a los casos particulares de la lengua (el estructuralismo la estudia como un todo). La semántica no es capaz de establecer estos valores. Esto debido a que, mientras en el estructuralismo el sistema de valores debe estar definido por relaciones de oposición entre los elementos que lo conforman, en la semántica se le atribuye sentido a una expresión mediante la interdependencia que estos sistemas –independientes- tienen entre sí. ![]()
¿Juguemos?
- (Juegos con el significante <--> juegos con el sentido) martes, 5 de mayo de 2009, 20:08
La significación en la expresión
Para obtener una noción más clara de cómo se definen los universos semánticos, analizaremos sus conceptos basado en la sistemática de de las isotopías, entendiendo el término isotopía como lo hizo François Rastier: “Se llama isotopía a toda iteración de una unidad lingüística” (1976). De esta forma, en un texto pueden considerarse isotopías figuras literarias como asonancia, aliteración, metáfora, metonimia, etcétera, puesto que son recursos retóricos que pueden ser utilizados para evitar redundancias, darle estilo al texto o embellecerlo (etc.), pero que apuntan hacia el mismo semema que la unidad lingüística de la que surgen. En definitiva, cuando dos sintagmas apuntan al mismo semema, puede considerarse uno como isotopía del otro. Esto sucede con efectos retóricos o de definición, como por ejemplo lo que sucede en las definiciones de diccionario (usamos de ejemplo el diccionario de la RAE (2001)):
lunes, 4 de mayo de 2009, 13:19
Y en la etimología popular...
En la entrada “Metaforizando la semántica” se mencionaron como ejemplos de variación semántica las metáforas y la etimología popular para demostrar las variables que puede adquirir el contenido en disposición con su expresión. Esto será tratado más a fondo a continuación. La etimología popular (como Saussure lo denomina en su Curso de Lingüística (1916)) consiste en el habla como sistema paralelo al idioma que se produce cuando cambia el sentido de las palabras de acuerdo al uso que le da una cultura determinada. Los cambios en la etimología popular no son de un momento a otro, sino que estos fenómenos se dan a través del tiempo y tampoco son realizados por un ser en particular, ya que es cambio en el uso y sugiere esto un cambio a nivel colectivo. De ser realizado por un ser en particular, estaría transgrediendo una de las 4 características del signo, ya que este es inmutable, pero, a su vez puede ser mutable, cambiando su relación entre significado y significante produciendo cambios diacrónicos. Esto es lo que sucede la denominada etimología popular. Al transcurrir el tiempo la relación entre el significado y el significante de cierto elemento en la lengua varía; cómo explica Saussure en su curso de lingüística general: “Estas innovaciones, por estrafalarias que sean, no se hacen completamente al azar; son tentativas de explicar aproximadamente una palabra dificultosa relacionándola con alguna cosa conocida” (Saussure, 1916). Los cambios se realizan por comodidad, para lograr hacer cercanas palabras que pueden resultar complicadas para alguna cultura en particular o por connotación producto de los eventos que tomen partido en cierta cultura en un tiempo determinado y así, por motivos más bien de contexto. Resulta esclarecedor al respecto el hecho de que se produzcan diferencias léxicas por motivos geográficos incluso dentro del mismo país en que todos hablan una solo idioma. Como sucede con expresiones chilenas como tirar o marraqueta. Otro ejemplo (y decidor este de lo que afirmaba Saussure (1916) respecto al cambio por comodidad) es lo que sucede con el término metafísico que el común de la gente entenderá como una alusión a temas esotéricos, misteriosos en sí como algo más allá de la comprensión netamente física, pero no con todo lo que en términos académicos y filosóficos quiere decir esta palabra. Así, por comodidad se entiende por algo “más allá de lo físico” pero no como un concepto de real valoración (al menos académicamente). Estas variables en una palabra, logran cambiar su significado agregando, así, un sentido más a una palabra, afectando de esta forma su campo semántico virtual, lo que no quiere decir necesariamente que se “dañe” su significación, sino que lo enriquece de nuevas acepciones que son comunes para las personas y les permite expresarse de diversos modos. domingo, 3 de mayo de 2009, 21:01
¿Qué estudia la semántica diacrónica estructural?
Está claro que la lingüística estructural basa su estudio en la relación que existe entre los elementos formadores del sistema, siendo estos elementos los que conocemos con el nombre de ‘signos lingüísticos’. Claro está, por otro lado, que es posible integrar el estudio de la semántica al estructuralismo considerando a la lengua un sistema convencional para la comunicación verbal. Ferdinard de Saussure (1972) al hablar de estructuralismo establece una distinción entre dos conceptos que se complementan entre sí, estos son: sincronía y diacronía. Define sincronía, por una parte, como el estado de una lengua en determinado momento, mientras que, por otro lado, diacronía se entiende como los cambios lingüísticos que se suceden a lo largo del tiempo. Este último término es el que Eugenio Coseriu (1977) utiliza para profundizar en los principios de la semántica estructuralista. Ahora, ¿Qué estudiamos cuando hablamos de estructuralismo semántico desde una perspectiva diacrónica? Estudiamos una ‘lengua funcional’ dentro de una ‘lengua histórica’ -entiéndase lengua histórica a lo que conocemos comúnmente como idiomas-. Por ejemplo, del español (lengua histórica) se desprende una sub-lengua popular (lengua funcional). Estas lenguas funcionales provenientes de una lengua histórica mayor, pueden ser, en ocasiones, bastante diferentes entre sí, por lo que no pueden ser consideradas en conjunto. Nos detendremos en este punto para dar un ejemplo: El término lesear aparece en el diccionario de la lengua de la Real Academia Española con las siguientes definiciones: 1. intr. coloq. Chile. tontear ( hacer o decir tonterías). 2. intr. coloq. Chile. Realizar acciones disparatadas con el fin de entretenerse o molestar. A pesar de ser un término recurrentemente utilizado en el ‘español popular’, y aparecer en el diccionario de la RAE, no es posible determinar su valor en el español actual en conjunto, puesto que, en el ‘español coloquial’ de algunas zonas del país el término lesear hace referencia al término follar, y en el ‘español formal’ el término lesear no es aceptado. Coseriu señala: “Las unidades funcionales deben, naturalmente, establecerse allí donde funcionan y mediante las oposiciones que funcionan” (pág. 12). Desde este punto de vista no es posible encontrar una sola unidad de lesear. Nos encontramos, entonces, con que lesear en un sistema de español significa “tontear”, mientras que en otro sistema significa “follar”, y en otro no significa nada. Por esta razón lesear no puede considerarse en dos sistemas a la vez: puede solo considerarse en uno, o bien, en el otro. En palabras de Coseriu diríamos que: “Toda descripción estructural (así como toda historia ‘interna’) de una lengua histórica debe hacerse, en principio, para cada una de las ‘lenguas funcionales’ que en ella se distingan” (pág. 12) Esto puede hacerse de forma paralela, pero los sistemas no deben oponerse entre sí. El hecho de que lesear no se corresponda (o se corresponda) a tal o cual variedad del español, es lo que Coseriu señala con el nombre de “hecho de estructura” (pág. 13). Es esto, precisamente, de lo que se encarga el estructuralismo semántico diacrónico; de la significación de la palabra desde distintos focos concernientes a una misma lengua histórica. Bibliografía: Coseriu, E. (1977). "Para una semántica diacrónica estructural". Principios de Semántica Estructural. Madrid: Gredos. Saussure, F. (1972). Curso de lingüística general. Madrid: Alianza. Siguiendo los pasos de Saussure: delimitando el objeto de estudio
Como se vio en la entrada anterior, A.J. Greimas postula la existencia de una estructura en plano del contenido paralela a la del plano de la expresión. En el fondo, con este postulado Greimas justifica el estudio de la semántica desde el estructuralismo, le da fundamento a la semántica estructural. Sin embargo, lo que Greimas no hace es señalar a qué se refiere con semántica, o sea, no delimita su objeto de estudio. Queda en el aire la pregunta: ¿qué semántica es la que se estudia? A partir de la lectura de “La semántica” de Pierre Guiraud, se puede elaborar una respuesta a esta pregunta, consistente principalmente en tres puntos que delimitan nuestro objeto de estudio. En primer lugar, para Guiraud el estudio de la semántica debe ser sincrónico. Lo que se estudia es el sentido de las palabras en un determinado estado de lengua; por esto mismo, para la semántica estructural no importan los cambios de sentido que se producen por evolución, sino los que se producen dentro del sistema estático de la lengua. La ciencia que se encargaría del estudio diacrónico del sentido sería la etimología. Un punto importante con respecto a lo anterior es el carácter arbitrario del signo. Según Guiraud, las palabras no nacen como signos arbitrarios, sino que nacen por una motivación. Sin embargo, esta motivación no interesa a la semántica estructural, pues esta estudia las palabras cuando ya se han fijado en la lengua como expresiones inmotivadas, es decir, cuando se han desprendido de cualquier relación natural con el objeto significado, transformándose en arbitrarias. Una vez más, el estudio de esta motivación inicial correspondería a la etimología y no a la semántica. No obstante, más adelante se verá que hay ciertos autores, entre ellos Coseriu, que postulan la posibilidad de hacer una semántica estructural diacrónica, diferente de la etimología. En segundo lugar, Guiraud señala la diferencia que hay entre sintaxis, pragmática y semántica. Estas tres disciplinas apuntan a áreas diferentes del sentido. Para Guiraud, la sintaxis es, en una frase, el “estudio de las relaciones formales entre los signos” ; la pragmática es “todo estudio que considere a los sujetos hablantes”; la semántica, por último, “estudia las relaciones entre el signo y la cosa significada” (Guiraud, 1960). Así, la semántica no se preocupará de las combinaciones de palabras ni del uso que le da un individuo a cierta palabra, sino que estudiará el sentido de las palabras en sí mismas, en cuanto configuran un sistema (esto se verá más adelante). Podría decirse que la semántica deja de lado toda connotación (externa), avocándose al sentido denotativo de las palabras; sin embargo, parece más exacto señalar que la semántica estudia el sistema puro y no los casos particulares, así como la lingüística estudia la lengua y no el habla. El tercer punto y el más importante tiene relación con la metodología de estudio que emplea la semántica estructural, en cuanto a su acercamiento hacia la significación del signo lingüístico y sus diferentes combinaciones. En palabra simples, la pregunta que nos hacemos es: ¿es viable analizar cada palabra de forma aislada? Al parecer, esta concepción donde la significación del signo lingüístico puede ser analizada sin tomar en cuenta el sistema del que forma parte ha sido dejada atrás por la semántica estructural. Como señala Guiraud, corresponde a la lingüística saussuriana el haberle entregado, indirectamente, una nueva dirección al estudio de la semántica, al considerar la lengua como un todo y un sistema. Siguiendo esta idea, la semántica estructural estudia el sentido de las palabras como parte de un sistema de signos que se rige por determinadas leyes. En otras palabras, es necesario partir de la totalidad solidaria e interdependiente de la lengua para luego obtener el analisis específico de los elementos que encierra. “Cada término deriva su valor de su posición en el conjunto de la terminología que constituye un sistema semántico” (Guiraud, 1960). Esta noción, fundada por Saussure, de la lengua como un sistema de valores puros es fundamental en la conformación de la semántica estructural y su método de análisis semántico. Saussure (1972) señala que la lengua constituye un todo en donde cada elemento no depende solamente de su propia naturaleza o su unión entre un sonido y un concepto, sino que también de su posición y relación con el conjunto del sistema de lengua, lo que define su valor lingüístico: “Además, la idea de valor, así determinada, nos muestra cuan ilusorio es considerar un término sencillamente como la unión de cierto sonido con cierto concepto” (Saussure, 1972). En otras palabras, Saussure indica justamente la imposibilidad de analizar la palabra aisladamente, como una mera nomenclatura donde el sistema se constituye haciendo una suerte de suma o una lista de palabras y sus significados. El signo lingüístico, al insertarse en un sistema de valores que se definen en su relación por oposición con los otros elementos, no se puede analizar de una forma aislada, ya que esto implicaría generar una separación científicamente ficticia entre el signo y el sistema de que forma parte. Siguiendo esta línea, Guiraud señala que toda palabra forma parte de una red asociativa en donde cada concepto depende de otros, generando un campo lingüístico que refleja una visión de mundo determinada. “De ello resulta que todo cambio en los límites de un concepto acarrea una modificación de los conceptos vecinos y, de rechazo, de las palabras que lo expresan” (Guiraud, 1960). El valor en el sistema semántico, entonces, no es solamente la propiedad que posee una palabra de representar una idea, ya que justamente esta potencialidad de significación que posee la palabra es alterada en función a la posición que ocupa dicha palabra dentro del sistema. Un ejemplo de lo que hemos desarrollado en este punto es el siguiente cómic de Mafalda, donde el valor de diccionario de la palabra "democracia" no corresponde a su valor en el sistema: http://ciberprensa.com/wp-content/uploads/2007/10/mafalda-democracia.gif Podemos concluir entonces que la semántica estructural, al igual que Saussure, busca encontrar en el plano de la significación elementos fijos que puedan ser cientificamente analizados, realizando un análisis del sistema que conforman estos elementos de manera sincrónica y en su forma pura (no en su uso). El siguiente paso en el estudio del estructuralismo semántico será, entonces, describir los valores del sistema y sus relaciones de forma exhaustiva, mostrándolos en su uso práctico. Bibliografía: Coseriu, E. (1977). "Para una semántica diacrónica estructural". Principios de Semántica Estructural. Madrid: Gredos. Greimas, A.J. (1973). “La estructura semántica”. En torno al sentido. Madrid: Fragua. Guiraud, P. (1960). La semántica. México D.F: Fondo de Cultura Económica. Saussure, F. (1972). Curso de lingüística general. Madrid: Alianza. |
Bibliografía Coseriu, E. (1977). "Para una semántica diacrónica estructural". Principios de Semántica Estructural. Madrid: Gredos. Greimas, A.J. (1973). “La estructura semántica”. En torno al sentido. Madrid: Fragua. Guiraud, P. (1960). La semántica. México D.F: Fondo de Cultura Económica. Hjemslev, L. (1974). “Expresión y contenido”. Prolegómenos a una teoría del lenguaje. Madrid: Gredos. Rastier, F. (1976). "Sistemàtica de las isotopías". Ensaios de semiótica poética. Barcelona: Planeta. Saussure, F. (1972). Curso de lingüística general. Madrid: Alianza. |
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